Digo un ay como si me sobraran
palabras
cuando me sobra papel.
Cuando el pulso se me enreda (ve mi mano) y no me caben los huesos en el esqueleto fiel. Cuando quisiera el espejo de tu boca para el canto porque yo canto en silencio y sin tu boca no canto. Hundo la pluma en mi vida como quien busca en un pozo alguna herencia perdida: la pluma se llena y crecen palabras bajo mi piel.
Palabras,
para cumplir mi papel.
Eduardo Casar
En La experiencia literaria, año 1, núm. 1, septiembre 1993.
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